Las cenizas, al contrario de lo que ocurre con la sal, no dejan residuos en las superficies en las que se esparcen, son bien asimiladas en distintos suelos y no dañan los neumáticos con la corrosión que sí ejerce el cloruro sódico. Además, crean un mayor agarre de las ruedas a la nieve, facilitando la tracción.

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